Un libro es un mundo. Un mundo lleno de aventura, alegría, miedo, misterio, tristeza… un sin fin de sentimientos que llevan al lector a sumirse en la trama del libro. Al terminarlo, de esa trama saca una “moraleja” y la aplica a acontecimientos de la vida misma.
Para muchos adolescentes, como para mí misma, la lectura no la consideramos una actividad impuesta por los profesores o por nuestros padres, sino una actividad que nos ayuda tanto a aprender como a divertirnos. En cambio, para otros muchos adolescentes, que llegan a ser casi la mayoría, relacionan un libro con los conceptos obligación y aburrimiento. ¿Por qué para estos adolescentes la lectura no es una actividad placentera? Desde mi punto de vista, el motivo es que no han encontrado un libro que los llene, un libro que les haga empezar a leer y no dejar de hacerlo hasta descubrir el final, un libro con el cual se sientan identificado. Por lo cual, pienso que la lectura obligatoria de los libros que imponen los institutos no es algo que ayude a los alumnos, que consideren aburrida la lectura, a engancharlos por decirlo de algún modo a los libros. Porque deben fomentarlos a descubrir un libro que les guste no imponerles uno porque ellos piensen que es el adecuado. Para fomentarlos deben mostrarles la diversidad de libros que existen, los diferentes temas que abordan hasta que cada uno encuentre el suyo. Hasta que esto no cambie los alumnos seguirán considerando la lectura como algo que odian y no como algo que les guste hacer.
Para muchos adolescentes, como para mí misma, la lectura no la consideramos una actividad impuesta por los profesores o por nuestros padres, sino una actividad que nos ayuda tanto a aprender como a divertirnos. En cambio, para otros muchos adolescentes, que llegan a ser casi la mayoría, relacionan un libro con los conceptos obligación y aburrimiento. ¿Por qué para estos adolescentes la lectura no es una actividad placentera? Desde mi punto de vista, el motivo es que no han encontrado un libro que los llene, un libro que les haga empezar a leer y no dejar de hacerlo hasta descubrir el final, un libro con el cual se sientan identificado. Por lo cual, pienso que la lectura obligatoria de los libros que imponen los institutos no es algo que ayude a los alumnos, que consideren aburrida la lectura, a engancharlos por decirlo de algún modo a los libros. Porque deben fomentarlos a descubrir un libro que les guste no imponerles uno porque ellos piensen que es el adecuado. Para fomentarlos deben mostrarles la diversidad de libros que existen, los diferentes temas que abordan hasta que cada uno encuentre el suyo. Hasta que esto no cambie los alumnos seguirán considerando la lectura como algo que odian y no como algo que les guste hacer.